Desde la pandemia, me mal acostumbré a comprar todo con Delivery, incluso el súper mercado, muy pocas veces voy personalmente, generalmente paso cuando ando por ahí cerca. Hoy (ayer domingo, porque en este momento son las 02:53 del lunes) tenia ganas de caminar así que aprovechando que la tarde estaba agradable, me puse ropa cómoda, mi mochila y partí. Me fui escuchando «El peligro de estar cuerda» de Rosa Montero que comencé hace algunos días.
Iba disfrutando de la caminata, desde mi casa hasta el centro comercial es más menos 30 minutos, (doy pasos cortos) hasta que, al pasar por una calle poco transitada, tanto como de vehículos como de peatones, me asusté. Debido a la gente que desaparece y a la delincuencia que crece día a día, me vino un miedo que me hizo apurar el paso y perder completamente la concentración del libro que iba escuchando. Para colmo, justo venían pasando dos motos que hicieron que mi corazón se acelerara, se ha visto que hombres en moto pasan rápido y le quitan la cartera o el celular a quien va pasando o no se, le disparan en un ajuste de cuentas o algo así. Desconozco el porcentaje de estos delitos y crímenes, pero de que los hay, los hay.
Cuando llegué a Belloto 2000 me sentí un poco más segura, pasaban más autos y se veía gente paseando perritos, una mamá con su niña en bici, un joven trotando, una pareja joven a quienes un perrito blanco, me parece que poodle, iba siguiendo. No se si era de ellos, me parece que no, iba sin correa y no caminada junto a ellos sino que detrás.
A esas alturas ya había parado el libro, me fui solo con el sonido de la calle, que no me molestaba como otras veces. Eso es lo que me gusta de Belloto 2000, que el ruido ahí es moderado. Al menos los domingos. Fue agradable ese trayecto, ya había dejado de pensar en la ficción de mi asalto y secuestro, cuando recordé que antes, el lugar por donde iba pasando había sido la Base Aeronaval El Belloto, que en la dictadura se usó como campo de prisioneros político. Osea, en ese lugar por donde iba caminando, en donde hay casas, deptos, centro comercial, gente paseando a sus mascotas y sus hijos, torturaron y mataron personas.
Al llegar al Portal, el ruido moderado se transformó en esa masa metálica que tango me desagrada. Mi ánimo comenzó a cambiar, ya quería devolverme a casa, pase primero a la Feria Chilena del Libro, y compré «Náusea» de Esteban David, un libro que hace rato quería tener que habla sobre las zonas de sacrificio, y «Apuntes de un constituyente» de Agustín Squella que me pareció interesante.
Después a lo que iba, al súper. Ya ahí si que me cambio el humor. Estaba lleno y ese ruido se sentía mucho más fuerte, sumándole esos avisos que se escuchan por los parlantes recordando el correcto uso de la mascarilla, etc. El audiolibro no lo volví a escuchar porque es peor. Pero si le puse play a esos playlist que Spotify hace para una de forma personalizada según nuestros gustos y le achuntó, las primeras canción es que sonaron fueron de Charles Mingus, Oscar Peterson, John Coltrane, etc. Mi ánimo volvió a cambiar, esta vez mejoró tanto que hasta me dieron ganas de bailar. El súper estaba lleno y casi no escuchaba lo que estaba pasado afuera de los audífonos, fue genial.
Al escuchar música, y estoy segura que a muchos les debe pasar, se siente como que estuviera en una película o sitcom. ¿Les pasa cierto? ¿O les ha pasado alguna vez?
Hoy estuve en varias películas, al menos en tres. En un Thriller, en un documental, en una de terror quizás, en una comedia y puede que hasta en alguna serie animada.
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